Wednesday, October 03, 2007

La quinta mujer
Henning Mankell
Traducción de Carmen Montes Cano Tusquets Editores, Barcelona, 2000, 488 págs. 20€
Planeta DeAgostini, Barcelona, 2006, 10€

Novela policíaca que comienza con el relato del asesinato de una mujer, la quinta, que junto a cuatro religiosas, muere a manos de musulmanes fundamentalistas en la ciudad de Argel, en 1983. Los dos siguientes capítulos relatan el asesinato, en Suecia, de dos hombres, aparentemente pacíficos y amantes de los pájaros y las orquídeas respectivamente.
¿Qué conexión podría existir entre estos tres crímenes alejados geográficamente?
La búsqueda de esa conexión será la tarea que un equipo de policías, bajo de dirección del detective Kurt Wallander. Durante la investigación se descubrirán otros asesinatos y situaciones de maltrato a la mujer.
La tarea es difícil y el trabajo arduo. Wallander se desplazará por la geografía sueca y el lector descubrirá los bosques y lagos, la tierra rocosa y llegará a sentir la lluvia y el frío. La técnica narrativa de Mankell consigue transmitir todas estas sensaciones: realista y viva.
La actividad mental que el lector desarrolla encuentra su parangón en la actividad exhaustiva del propio comisario que no se da respiro y para quien la vida personal, familiar y afectiva parecen escurrírsele de las manos como el o los autores de los crímenes a quienes persigue.
La quinta mujer sirve además para comunicar al lector las reflexiones con las que su autor, Henning Mankell, explica el aumento de criminalidad en la sociedad sueca.
“Hablaba del bienestar sueco como de un tremedal bien camuflado. La corrupción era inherente al sistema.” Págs. 307-308
“Posiblemente necesitamos una sociedad distinta –opinó Martinsson-. Con menos contratos blindados y más solidaridad.” Pág. 291
“El gran problema es el gradual desplazamiento de lo que la policía y los tribunales consideran como delito. Aquello por lo que alguien fue condenado ayer, hoy puede considerarse una bagatela que la policía no tienen que molestarse siguiera en investigar. Y eso a mí me parece que es un insulto a la conciencia popular de la justicia, que siempre ha sido muy fuerte en este país.” Pág. 398
Pensamientos que pudieran muy bien aplicarse a la sociedad española en la que nos toca vivir y que son fruto del relativismo que subyace en el pensamiento actual. Todo vale; todo es consensuable.
Para aquellos que pudieran sentirse aludidos, esta otra cita en la que el protagonista deja claro sus convicciones.
“Más tarde recordaría que, mientras esperaba, estuvo rezando una oración incesante y confusa a un dios en el que, en realidad, no creía” Pág. 459 El relativismo alcanza hasta la fibra más íntima del ser humana inmerso en un idearium social inestable. No se sabe muy bien a qué agarrarse. Y de esta guisa, el bien y el mal son un algo confuso y ambivalente, difícil de juzgar e imposible de corregir aún cuando pueda dar como fruto el asesinato. Y así se podría concluir que el hombre –o la mujer- son víctimas expiatorias de un pensamiento, que ya no sustenta una ley que le proteja. Un pensamiento laberíntico en el que no se llega a distinguir el objeto real de las múltiples imágenes deformadas por innumerables espejos, cóncavos o convexos, colocados a la conveniencia del que detenta el poder, ya sea una persona o un grupo de presión o lobby.
En esta novela, Kurt Wallander acompaña a su padre en un viaje a Roma, cuna del catolicismo, poco antes de su fallecimiento. El detective ofrece al lector la impresión que produjo ver a su padre contemplando la Capilla Sixtina:
“Fue como ver a un anciano dirigir una oración sin palabras directamente al cielo.” Pág. 32
Tras la muerte de su padre, se plantean qué hacer:
“-No hablaba nunca de la muerte –dijo ella-. Si la temía o no, no sabría decirlo. Tampoco dijo dónde quería ser enterrado. Pero sí que quiero que venga un sacerdote.” Pág. 138
Novela de acción que también deja lugar a la reflexión del lector.

El sobrino de Atilano Nicolás

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