Monday, January 08, 2007

Orhan Pamuk

Orhan Pamuk
La casa del silencio
Traducción de Rafael Carpintero Ortega
Contemporánea, De bolsillo, Barcelona, 2006
378 páginas
Fatma, hija de comerciantes ricos de Estambul, es entregada en matrimonio a un médico, Selâhatin, obsesionado por demostrar empíricamente todo el saber occidental y recoger las experiencias en una enciclopedia que promoviese el avance cultural del pueblo turco. Selâhatin, poco a poco abandona el ejercicio de la medicina y se centra en la elaboración de la enciclopedia. Para mantener la casa, Fatma va vendiendo sus joyas a un judío usurero. La postura de Selâhatin, atea, derivada de un cientificismo extremo, lleva al Gobierno a desterrarle de Estambul. Entiende el progreso como la aceptación del cientificismo y la negación de Dios. Su postura le llevará al aislamiento, a la bebida y a la búsqueda de consuelo sexual en brazos de su criada de la que tendrá dos bastardos (Recep, enano, e Ismail, cojo), golpeados e ultrajados por Fatma. El hijo del matrimonio y su esposa morirán también jóvenes, a causa del exceso de bebida y dejarán tres nietos a Fatma que vivirán en Estambul con una tía. Recep es quien cuida y atiende a la abuela.
La historia se desarrolla en el mes de julio, cuando los tres nietos visitan a la abuela Fatma. Cada uno trae su propio concepto de la vida al pequeño pueblo costero del Mármara. El choque entre el mundo de la ciudad y la tradición extremista de los “idealistas” –terroristas que mediante la coacción y la fuerza esquilman a los comerciantes- dará como resultado la muerte de Nigül.
La soledad en la que viven los personajes (han perdido a sus seres queridos y no aciertan a elegir pareja, son rechazados continuamente) contribuye a crear una atmósfera de lucha personal.
De fondo subyace el silogismo cientificista: “sólo lo que se puede experimentar es real y tiene existencia. Dios es una falacia. La muerte marca la desaparición del ser humano. El progreso de occidente se debe a la aceptación de estas realidades.” Esta postura es defendida por el abuelo y los nietos. Todos ellos viven una vida desolada que se empapa de la bebida como consuelo.
La abuela y la nieta creen, aunque por distintos motivos. La abuela, por la fuerza de la tradición y sufre el otro mal atribuido a la tradición: la ataraxia. No es capaz de salir de la habitación (símbolo de progreso y apertura).
La nieta cree porque sabe. Porque ha estudiado. Aunque el autor no ofrezca al lector el argumento en el que se basa. La nieta es una activista inconformista. Está son las contradicciones del ser humano. ¿Cómo es posible que una inspiración religiosa, en este caso musulmana, lleve a dos mujeres a reaccionar opuestamente?
En el medio está Recep que no quiere dejar de creer para no angustiarse con grandes planteamientos; o los “idealistas” que pretenden seguir las tradiciones y las creencias musulmanas aunque cometan pecados y delitos como el robo y la extorsión, incluso la agresión física y el asesinato. Creen para demostrar su dominio. Utilizan la fe para imponerse a la sociedad que les niega toda posibilidad de progreso, educación, ascenso social.
El autor presenta pues un abanico variado de posturas ante la aceptación o la negación de Dios. Unas de cariz filosófico, científico o simplemente vital e incluso utilitario.
Encontramos prolepsis en los tres últimos capítulos que van avanzando la muerte de Nigül mediante la experimentación de frío y temores de los personajes.
El último capítulo es una alegoría a la literatura. La abuela rememora su infancia y su vida social en Estambul. Sus relaciones sociales y sus juegos infantiles. Descubre que su vida se va y que no hay posibilidad de reiniciarla en busca de otra posibilidad. Sin embargo, la literatura, el libro le han ofrecido siempre el recurso para conseguir una segunda oportunidad. Releer un libro quiere decir poder trascender la contingencia temporal del ser humano y la posibilidad de profundizar en lo que no se entendió la primera vez.
El sobrino de Atilano Nicolás

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