Sunday, December 23, 2007



El regreso
Joseph Conrad
Funambulista, Madrid 2007
En Cuentos de inquietud, Valdemar, Madrid, 2002, 56 págs.
Traducción de Fernando Jadraque

Cuando vivimos de cerca la separación o el divorcio nos interrogamos sobre de quién será la culpa del fracaso. Porque por muy light que la ley actual lo quiera presentar, de lo que no cabe la menor duda es de estamos ante un fracaso.
Las prisas de la sociedad contemporánea española –puede que debamos añadir “y europea”- abocan al ciudadano a la convivencia con las hechos y a la carencia de reflexión sobre sus causas y consecuencias.
Bien es cierto que el estilo de Joseph Conrad (1857-1924) es descriptivo -por lo tanto lento- pues se recrea en los objetos que rodean al personaje. A través de esas descripciones, el lector llega a percibir el mundo interior y la sensibilidad del personaje que el lector tiene ante sí. También sus contradicciones, la lucha interior, por entender lo que le rodea, por entender el dolor que le produce el fracaso matrimonial: como los seres humanos en la vida real.
El regreso es una novela corta, muy corta. Pero igualmente, muy densa. Asistimos a seis horas escasas de la vida de un matrimonio. No obstante el autor desliza información suficiente para poder comprender el pasado y el porvenir de esta pareja. Los sentimientos que experimentan sus protagonistas se hallan perfectamente descritos en el seguimiento que hace J. Conrad de los objetos que le rodean, de los efectos que la luz causa en esos objetos, de los movimientos que realizan los escasos personajes que intervienen en el relato. Ese movimiento podría ser el itinerario a seguir por el objetivo de la cámara, si habláramos de cine.
El regreso constituye una joya para los estudiosos de la literatura. No se puede explicar la evolución del realismo como corriente hacia el romanticismo y las vanguardias si reflexionar sobre este texto.
Para el estudioso de la Literatura, la comprensión de lo que significa un personaje redondo o completo se vería ayudada con la lectura de este texto.
Igualmente la psicología podría beneficiarse del estudio que este autor hace de los sentimientos considerados desde la óptica individual y también desde la perspectiva de la interacción en la pareja.
No sólo es buena literatura. Es además un intento de comprensión de los valores que debe compartir la pareja, o de lo que sucede cuando la convivencia no se basa en ellos.
El sobrino de Atilano Nicolás

Thursday, December 20, 2007

Pensando en los reyes jóvenes

La sangre del pelícano
Miguel Aranguren
LibrosLibres, Madrid, 2007-12-10
478 páginas, 22 €
Se podría hablar de la novela de la globalización, o bien de la novela globalizada. La novela comienza en cinco escenarios diferentes: 1.- los jardines de Villa Borghese, en Roma, 2.- un convento de clausura situado en el Albaicín granadino, 3.- el aeropuerto de la ciudad de Cantón en China, 4.- los jardines de Luxemburgo en París y 5.- la cumbre de las Naciones Unidas en New York.
Son cinco comienzos diferentes que parecen conducirse de forma independiente, con personajes independientes y cuya conexión parece muy improbable. Así avanzan las cinco historias, en los cinco escenarios diferentes, de un modo paralelo quedando interrumpidos siempre en los momentos más intrigantes. Tienen en común que parten de asesinatos de desconocidos a los que se decapita y quema las huellas dactilares para evitar su posterior reconocimiento. En todos ellos aparece una figurita de oro que representa un mono con la lengua fuera y una cruz invertida. La figurita es de oro y aparece incrustada en un hueso de un pie pequeño, de niño.
El protagonista es un sacerdote, Albertino Guiotta. Se ordenó sacerdote a una edad ya madura tras haber conocido bien la vida y los éxitos profesionales en la industria textil de Milán que es como apuntar a los negocios de la moda. Había vivido una vida disoluta pero una experiencia vivida en un yate, cerca de Corfú, le puso al borde del suicidio. Y a partir de ahí comenzó una búsqueda de la fe, un estudio de catolicismo y, más tarde, su ordenación sacerdotal.
En su proceso de acercamiento a la fe le ayudó Carlo Albrizzi, un sacerdote experto de demonología que consiguió calmar su espíritu. A él acudía de vez en cuando para intercambiar opiniones y consultas. Albrizzi era el capellán de un convento de religiosas en Luca, cerca de Florencia.
Albertin es consciente de que estuvo a punto de verse atrapado en un grupo de gente que rendía culto al demonio con sacrificios humanos de niños o personas vírgenes, a las que arrancaba el corazón. Como él ya había conocido de cerca la actuación de esta secta se da cuenta de que tras la aparición de cuerpos mutilados y decapitados podría estar este grupo de personas. Cuenta sus experiencias al comisario Monticone, en Roma, y juntos tratarán de adelantarse a los planes de la secta y al mismo tiempo desenmascarar a sus componentes.
Ambos acuden al Vaticano en busca de información y allí descubren que la secta está relacionada con el nazismo. En 1933, después de la victoria en las urnas del partido nacionalsocialista de Adolfo Hitler, el que fuera Nuncio Apostólico en Munich y Berlín, Eugenio Pacelli, después Pío XII, informó a Pío XI sobre el peligro que, a partir de entonces, iban a correr judíos, cristianos conversos y católicos. Pío XI firmó la más dura condena al Nazismo, Mit brennender sorge ¿Qué pretendía Hitler con la desaparición de todos los judíos? ¿Por qué también quería atacar a los católicos? ¿Qué relación tiene todo esto con la Ecclesia de los hijos de Onnis?
En Granada, Catón, París y Nueva York, los católicos sufren persecución y asesinatos de parte de los componentes de esta secta. Cómo se llegarán a enterar y de qué manera se sobrepondrán a este crimen organizado es algo que el lector intentará descubrir en las 478 páginas de esta novela, que con toda seguridad se le hará corta. Muy recomendada para alumnos de 3º y 4º de ESO por los contenidos históricos a los que hace referencia. Y por supuesto para adultos.
El sobrino de Atilano Nicolás

Tuesday, December 18, 2007

Para los reyes de la casa, chicos y grandes

El libro de los visitantes
José Jiménez Lozano
Encuentros, Madrid, 2007

Noventa páginas en las que José Jiménez Lozano aúna la sencillez en la expresión y los sentimientos que le suscita el recuerdo de aquella primera Navidad, sustento de nuestra tradición belenista. Un juguete de la imaginación sometido al elaborado lenguaje de corte cervantino al que ya nos tiene acostumbrados este autor.
El lector asiste al entramado interior de los que pudieron muy bien haber presenciado el Nacimiento de Jesús -aunque de ellos no se haya recogido noticia alguna en los evangelios. Pero quién puede asegurar que no hubo una lavandera dispuesta a lavar los pañales del niño; quién negaría la posibilidad de que un comerciante griego se interesase por los presentes traídos desde oriente por aquellos astrónomos sabios… Y cómo es posible que no existiese una mujer solícita que informase a la pareja de jóvenes esposos de la existencia de un establo preparado para acogerles…
José Jiménez Lozano construye, con frases y maneras del decir cervantino, un Belén de estilo Napolitano en el que no falta ninguna figurilla, ningún personaje que bien pudiera haber conocido el hecho de primera mano. No falta nada: ni el brillo de la estrella que atrajo a los sabios, ni el miedo de Herodes, más, la superstición que tanto daño infligió a los habitantes de Judea con el asesinato de los niños inocentes… Porque el miedo que hace al hombre egoísta y timorato de perder su poder o su dominio, fomenta el odio al otro, miedo al que pudiera arrebatarnos alguna migaja de lo que consideramos nuestro en exclusividad.
Noventa páginas de reflexiones sabias y sencillas sobre la Navidad. Un regalo para el espíritu y una joya en cuanto a creación literaria muy adecuada a los acontecimientos que festejamos.
El sobrino de Atilano Nicolás.

Sunday, December 09, 2007

El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad



El corazón de las tinieblas
Joseph Conrad
Traducción de Araceli García Ríos e Isabel Sánchez Araujo
Alianza Editorial, Madrid, 2005

Joseph Conrad, nacido en 1857 en Polonia como Josef Teodor Konrad Korzeniovski, era hijo de un noble. Huérfano a los 12 años, abandonó su país natal ocupado por los rusos, y a los 16 años se trasladó a Marsella. Navegó en barcos franceses. Más tarde se enroló en la marina británica, se nacionalizó inglés en 1886 y cambió su nombre. Siguieron diez años en los que navegó mucho, sobre todo por Oriente.
Conrad viajó, en 1890, al corazón de África, y siguió el cauce del río Congo. Entonces se llamaba Congo Belga. Después de su independencia, República Democrática del Congo. Luego, Zaire. Ahora ha recuperado el nombre anterior. Un lugar legendario y sangriento que todavía lo sigue siendo hoy.
Entonces Conrad era oficial de la marina mercante británica. Fue testigo de espantosos horrores cerca de lo que hoy es Kinshasa, y a finales del siglo XIX era Leopolville en honor al rey belga. Más de diez años después, el escritor recordaba a Mr. Kurtz, uno de los agentes de ese monarca; un tipo desalmado que esclavizaba a los nativos, los torturaba, exponía sus cadáveres empalados para público escarmiento. Mientras tanto, acumulaba una gran fortuna. Uno de los horrores colonialistas que contribuyeron a la angustiosa situación del África central de ahora mismo.
En 'El corazón de las tinieblas' se narra el viaje por el río Congo de Marlow, un capitán de barco mercante. Cuenta, él mismo, a su tripulación, la vez que dirigió una expedición a la impenetrable jungla. La oscuridad de la selva durante el día, la oscuridad de la noche y la ceguera de la niebla son imágenes de la sima moral en la que se encuentran los implicados en el saqueo del marfil a los aborígenes. Mr. Kurtz, el agente que se ocupaba de conseguir el marfil de los cementerios de elefantes, ha dejado de enviar mercancía. Se sospecha que pudiera estar enfermo. Pero la envidia de los otros agentes, que no consiguen de los habitantes de la selva tanto marfil como Kurtz, les lleva a poner trabas a Marlow, el enviado de la empresa, y retrasar así una expedición en su ayuda. Desearían que a su llegada estuviera muerto y así hacerse con las influencias que pudiera haber conseguido Mr Kurtz en Europa.
La envidia es ciega como lo es la avaricia. Mr Kurtz maltrató a los negros del Congo, y explotó tanto su fuerza física como su ignorancia imponiéndoles un trato de sumisión como si fuera una deidad. Y la avaricia de los otros agentes es tan grande que se apoderan de las pertenencias de Kurtz –beneficios de su actividad mercantil- y procuran que no llegue vivo de regreso.
El encuentro de Marlow con él supondrá un cambio de vida del ya viejo marino, que es capaz de distinguir la codicia y la miseria de los otros agentes y presta su apoyo a Kurtz, aún a sabiendas de que es culpable del trato bárbaro a los nativos. Le ayuda y recibe el ruego del moribundo de custodiar unos papeles.
Kurtz muere sintiendo el horror del mal que había infligido a los nativos; el horror del saqueo que supuso el trapicheo de mercancías fraudulentas a cambio del marfil; el horror de su aniquilamiento personal, moral y físico.
De regreso a Europa, Marlow entrega un informe sobre la tragedia de los nativos del Congo a la prensa, escrito por Kurtz, para que lo hagan llegar a la población europea y un paquete de cartas a la mujer que le esperaba para casarse con él. Ella pide a Marlow que le diga cuáles fueron sus últimas palabras. Marlow no se siente lo suficientemente fuerte como decirle que fueron precisamente “¡horror, horror!”. Ante el dolor de la mujer le asegura que Kurtz, lo último que dijo fue su nombre.
Conrad nos ofrece un análisis, en estas 140 páginas, del horror al que conduce la conducta del hombre que pone en las riquezas su corazón y se olvida del respeto al ser humano como tal, aunque esté en unas circunstancias en las que la ley civil no llegue a alcanzarle o a condenarle; aunque no exista ninguna ley civil que le obligue a respetar al otro como a sí mismo, sin importar el color de la piel, la edad o el sexo.
El sobrino de Atilano Nicolás