Friday, November 02, 2007

Carta de una desconocida, de Stefan Zweig

Carta de una desconocida
Stefan Zweig
Acantilado, Barcelona, 2002
66 páginas

El más profundo deseo del hombre y de la mujer es el de ser amado. Sobre todo, bien amado.
Carta de una desconocida es un ejercicio de ensoñación con los ojos abiertos, visto desde el lado del hombre. ¿Qué podría desear un hombre? Amar sin compromiso alguno. Recibir el amor de una joven hermosa y generosa en un modo casi imposible.
Una joven hermosa que ama en silencio y sufre porque el ser objeto de su afecto ni siquiera se da cuenta de que existe. Camina a su lado, le busca, incluso se hace pasar por una prostituta por poder disfrutar unos momentos de su compañía. Las consecuencias, un hijo, serán sólo para ella.
Únicamente, a la muerte de ese hijo, retrato de su padre, que disfruta en silencio como algo para ella sola, se decidirá a escribir una carta confesándole su amor por él.
Novela breve, apenas 66 páginas, de romanticismo exarcebado. Nadie puede amar sin pedir nada a cambio. No sería justo. Bien es cierto, que en toda relación amorosa siempre uno entrega más que el otro, uno ama más o mejor que el otro. Pero el amor, en estado puro, de entrega absoluta, sólo es propio de Dios que se da sin que los hombres podamos corresponder con nada a cambio, pues nada tenemos que no se nos haya dado previamente.
Zweig atribuye esa sublime generosidad al amor de una mujer. La mujer, que es capaz de mayores sacrificios que el hombre, que habitualmente ejerce de parte generosa, no es capaz, sin embargo, de amar de un modo tan absoluto. Aunque lo intente. Porque aunque no pida nada material a cambio, siempre sentirá su corazón herido por la indiferencia, y será ese dolor lo que le termine por romper los nervios y ponga fin al silencio de su soledad. Numerosos casos nos muestra la vida. Mujeres que terminan por confesar la paternidad oculta de sus hijos, y reclaman para ellos algún tipo de compensación.
Zweig nos muestra en esta novela, los más íntimos secretos del corazón masculino. ¿Soñarán los lectores hombres un amor como este?
El sobrino de Atilano Nicolás