Wednesday, January 31, 2007

Felicidad o fidelidad, en Chéjov


Antón P. Chéjov
La señora del perro y otros cuentos
C. Austral, Espasa Calpe, Madrid, 2003

La señora del perro

Dimitri Dimitrich Gurov, representante de la burguesía alta, incluso de la nobleza, de la Rusia anterior a 1905 –primera sublevación de la serie que desembocaría en la Revolución Rusa de 1916- descansa en Yalta, Crimea. Como representante de la clase social alta, no tiene nada que hacer, sino pasear, sentarse frente al mar en una terraza y dejar que el tiempo transcurra.
Chéjov nos presenta a un hombre de apenas cuarenta años, tras quince años de matrimonio con una mujer “fría”, que huye de su la monotonía de su casa y busca solaz junto al mar. No tiene nada de extraño, pues, que se dedique a contemplar el horizonte, y en ese horizonte aparece “la señora del perro”, Ana Sergeyevna, una joven mujer casada, también de clase alta, que como él, no tiene más que aburrimiento en su vida de matrimonio con un hombre de físico tan poco atrayente que “parecía un siervo”.
¿Qué podían hacer dos paseantes solitarios más que compartir su soledad? No obstante Chéjov describe los sentimientos encontrados de Ana, su sentido de culpabilidad en el frecuentar la compañía de un hombre casado, siendo ella igualmente esposa:
“- Créame, créame usted, se lo suplico. Amo la existencia pura y honrada, odio el pecado. Yo no sé lo que estoy haciendo. La gente suele decir: “El demonio me ha tentado”. Yo también pudiera decir que el espíritu del mal me ha engañado”.
-¡Chis! ¡Chis!... –murmuró Gurov.
Después la miró fijamente, la besó, hablándole con dulzura y cariño, y poco a poco se fue tranquilizando, volviendo a estar alegre, y acabaron por reírse los dos.”[1]
Pero como todo termina, también este periodo de solaz compartido llegó a su fin y ambos retornaron a su hogar y a su aburrimiento interminable. Gorov a Moscú y Ana a San Petersburgo.
“¡Qué noches más estúpidas, qué días más faltos de interés! El afán de las cartas, la glotonería, la bebida, el continuo charlar siempre sobre lo mismo. Todas estas cosas absorben la mayor parte del tiempo de muchas personas, la mejor parte de sus fuerzas, y al final de todo eso ¿qué queda?: una vida servil, acortada, trivial e indigna, de la que no hay medio de salir, como si se estuviera encerrado en un manicomio o una prisión.”[2]
Así expresó Chéjov el tedio finisecular que también alcanzaba a las clases altas de toda Europa y que invadiría la literatura bajo el nombre de “spleen”[3], o melancolía.
Gurov no está dispuesto a sucumbir a la melancolía finisecular. No puede cambiar su vida de aristócrata rico, de hombre casado con una mujer que no le demuestra afecto. Necesita un cambio y decide cambiar la orientación de sus afectos: viaja a San Petersburgo para volver a ver a Ana. Y se encuentra a una Ana, casada con un hombre rico y poderoso por su condición política. Una Ana igualmente melancólica e infeliz. Y la historia continúa. Será Ana la que viaje a Moscú repetidamente para encontrar a Gurov.
“Ana Sergeyevna y él se amaban como algo muy próximo y querido, como marido y mujer, como tiernos amigos; habían nacido el uno para el otro y no comprendían por qué ella tenía un esposo y él una esposa. Eran como dos aves de paso obligadas a vivir en jaulas diferentes. Olvidaron el uno y el otro cuanto tenían por qué avergonzarse en el pasado, olvidaron el presente, y sintieron que aquel amor los había cambiado… Entonces discutieron sobre la necesidad de evitar tanto secreto, el tener que vivir en ciudades diferentes y verse tan de tarde en tarde. ¿Cómo librarse de aquel intolerable cautiverio?”[4]
Chéjov nos plantea el problema y analiza previamente el estado anímico que conduce a ambos personajes por el derrotero del amor prohibido. Quizás esta situación no le era ajena y la sin duda la presenció en la vida de personas muy próximas a él. Chéjov termina este relato sin decantarse ni por la felicidad ni por la fidelidad, que son los términos que aquí parecen ser antagónicos.
“Y ambos veían claramente que aún les quedaba un camino largo, largo, que recorrer, y que la parte más complicada y difícil no había hecho más que empezar.”[5]

Historia anónima

En este relato, Chéjov se esconde tras un personaje que desde un segundo plano, y poco a poco, alcanzará el protagonismo o al menos lo compartirá con los otros personajes principales. Chéjov será un hombre libre y rico, de corazón noble y conciencia patriótica, un joven con grandes ideales pero de salud precaria. Este joven decide servir en calidad de criado, a Jorge Ivanich Orlov, de treinta y cinco años, hijo del líder político contrario. Pretendía, durante su servicio, convertirse en espía para su partido. Pero lo que se encontró fue un joven rico, frívolo e incapaz de asumir ninguna responsabilidad.
Los siervos de la Rusia del final del XIX eran considerados “cosas”, así podían presenciar actos propios de la intimidad de las personas sin provocar sentimientos de pudor en los aristócratas o en los burgueses ricos. También escuchaban las discusiones y desavenencias, aunque era frecuente que los nobles y ricos lo hicieran en francés, lengua reservada a los hombres cultos y por tanto ricos. La condición de rico de nuestro protagonista, metido a espía, permite al lector entender lo que sucede en la intimidad de Jorge Ivanich Orlov, cuya casa carece de cocina y de establo. Chéjov lo describe como un joven que odia la familia, los hijos y el trasiego de objetos necesarios para la crianza de los niños. En su casa celebra, las noches de los jueves, reuniones con amigos en las que la bebida, las cartas y las ironías sobre la conducta de las mujeres poco fieles y frívolas era lo habitual.
Zinaida Fyoidorovna Krasnovsky, esposa del señor Krasnovsky, mantiene una relación extramatrimonial con Jorge y fiada de su palabra, de sus halagos, cree que él desea una vida compartida con ella. Por eso abandona a su esposo quien conocedor de la situación le pide que no le abandone pues añadiría a la deslealtad el desprestigio social. Pero Zinaida está dispuesta a todo por el amor de Jorge.
Pronto la convivencia en la casa de Jorge empieza a hacerse dura y él comienza a salir por la noches, signo inequívoco de infidelidad hacia ella. Los desprecios aumentan, así como los abusos por parte de la criada que ve lo poco que Zinaida significa para el amo de la casa. Chéjov, oculto tras la voz del criado asiste al sufrimiento y desesperación de la bella mujer y termina por descubrir su falso papel de criado, su origen noble, su riqueza y se ofrece para sacarla de ese mundo de engaño y desprecio. Los dos huyen a Venecia y Niza. Pero ya es un poco tarde para la bella Zinaida que está embarazada. El joven noble la ayuda y consuela en todo momento pero no puede convertirse en su esposo porque carece de salud. Ella en su desesperación, tras dar a luz una hermosa niña, se suicida con veneno. Él acoge a esa niña y la cuida durante sus primeros años pero pronto comprende que su vida no se podrá alargar más así que retorna a San Petersburgo, donde sigue viviendo Jorge, el padre biológico de la niña, y el señor Krasnovsky cuyo apellido reza en el nombre de la niña.
Una muy triste historia con un final completamente posible. De nuevo Chéjov nos presenta el problema del amor conyugal enfriado por el paso del tiempo, y las consecuencias de una solución, que a primera vista podría ser considerada la solución ideal. Pero que la vida, con su dureza, se encarga de desmentir con demasiada frecuencia. Nos deja sin saber cual será finalmente el destino de la niña.
El sobrino de Atilano Nicolás
[1] La señora del perro…, Chéjov, Espasa Calpe, Madrid, 2003, pág. 16
[2] La señora del perro…, Chéjov, Espasa Calpe, Madrid, 2003, pág. 22
[3] Spleen, LXXV en Las flores del mal, Baudelaire, 1857: …Se lamenta el bordón, y la madera ahumada /acompaña en falsete al reloj resfriado, / en tanto que en un juego lleno de aromas sucios, / herencia desdichada de una hidrópica vieja, / con la reina de espadas la hermosa sota de oros / siniestramente charla de sus amores muertos.
[4] La señora del perro…, Chéjov, Espasa Calpe, Madrid, 2003, pág. 30
[5] La señora del perro…, Chéjov, Espasa Calpe, Madrid, 2003, pág. 31

Saturday, January 13, 2007

el maestro de esgrima, de Pérez Reverte

ARTURO PÉREZ REVERTE
EL MAESTRO DE ESGRIMA
Santillana Ediciones, Punto de Lectura, Madrid, 2001

Novela que refleja el ambiente inmediatamente anterior a la revolución de 1868 que daría origen al destronamiento de Isabel II, al sexenio democrático, al reinado breve de Amadeo de Saboya y a la I República.
Periodo de la historia de España sumamente difícil de entender y de explicar; mucho más, de novelar. Reverte escoge un punto geográfico próximo a la Puerta del Sol –símbolo del pueblo- para establecer su parlamento popular, próximo a la ubicación de las Cortes y no muy lejano al Palacio de Oriente. En aquel pretendido parlamento, un café llamado sarcásticamente Progreso, se celebra una tertulia a la que acude Jaime de Artaloa, el protagonista del relato, y diferentes personajes del pueblo castizo que analizan las noticias de la política y de la vida palaciega extendidas por la ciudad.
Cuatro son esos personajes que representan a los cuatro principales partidos políticos o idearios políticos: conservadores (monárquicos y católicos; generalmente familias nobles venidas a menos, Espartero), liberales moderados (no están muy de acuerdo con las actuaciones de la monarquía pero no se atreven a prescindir de ella; son católicos no practicantes pero tampoco se deciden a romper; muchos de ellos masones, su líder Narváez), liberales progresistas (los más radicales, les gustaría prescindir de la monarquía y dar paso a la república; anticlericales; pro guillotina, su líder Prim), centristas (tradicionalistas, monárquicos, su líder O’Donnel fundador de la Unión Liberal).
En la novela las correspondencias entre personajes e ideologías serían
Conservadores:
• Don Lucas Rioseco, caballero de buena familia venida a menos, misántropo, monárquico, católico, hombre de honor.
Liberales moderados:
• Antonio Carreño, masónico, antiborbónico.
Liberales progresistas:
• Agapito Cárceles, cura exclaustrado, “El patriota embozado”, republicano, federalista, antimonárquico, anticlerical.
Centristas:
• Marcelino Romero, pianista, melancólico, cuarentón
Como representante de la nobleza y de las clases próximas a la vida palaciega corrupta y amoral:
• Luís de Ayala-Velate y Vallespín, marqués de los Alumbres
Jaime de Artaloa, el maestro de esgrima, se sitúa fuera de esta distribución ideológica. Pretende ser un personaje desvinculado de las luchas por el dinero, la gloria o el poder. Vive en su soledad, procurándose el pan de cada día con su trabajo en una época en la que trabajar y nobleza no eran compatibles. Y además se manifiesta como ateo. Prescinde de la idea de Dios para poder vivir de su profesión. Es un ateo práctico: enseña a matar, vive del arte de matar.
Jaime de Artaloa se verá inmerso en una serie de crímenes. Uno de los asesinados le confiará, la víspera de su muerte, unos papeles que resultarán el desencadenante de más muertes y que incluso pondrán su vida en grave peligro.
En definitiva una trama policial con asesinos a primera vista que luego resultarán ser inocentes y al contrario, víctimas que luego, pudieran resolverse en asesinos.
Además cabe señalar el dominio de las técnicas propias de la esgrima. Descripciones para profesionales. Y una trama amorosa que pudieran ser dos. La intriga está servida.
El sobrino de Atilano Nicolás

Monday, January 08, 2007

Orhan Pamuk

Orhan Pamuk
La casa del silencio
Traducción de Rafael Carpintero Ortega
Contemporánea, De bolsillo, Barcelona, 2006
378 páginas
Fatma, hija de comerciantes ricos de Estambul, es entregada en matrimonio a un médico, Selâhatin, obsesionado por demostrar empíricamente todo el saber occidental y recoger las experiencias en una enciclopedia que promoviese el avance cultural del pueblo turco. Selâhatin, poco a poco abandona el ejercicio de la medicina y se centra en la elaboración de la enciclopedia. Para mantener la casa, Fatma va vendiendo sus joyas a un judío usurero. La postura de Selâhatin, atea, derivada de un cientificismo extremo, lleva al Gobierno a desterrarle de Estambul. Entiende el progreso como la aceptación del cientificismo y la negación de Dios. Su postura le llevará al aislamiento, a la bebida y a la búsqueda de consuelo sexual en brazos de su criada de la que tendrá dos bastardos (Recep, enano, e Ismail, cojo), golpeados e ultrajados por Fatma. El hijo del matrimonio y su esposa morirán también jóvenes, a causa del exceso de bebida y dejarán tres nietos a Fatma que vivirán en Estambul con una tía. Recep es quien cuida y atiende a la abuela.
La historia se desarrolla en el mes de julio, cuando los tres nietos visitan a la abuela Fatma. Cada uno trae su propio concepto de la vida al pequeño pueblo costero del Mármara. El choque entre el mundo de la ciudad y la tradición extremista de los “idealistas” –terroristas que mediante la coacción y la fuerza esquilman a los comerciantes- dará como resultado la muerte de Nigül.
La soledad en la que viven los personajes (han perdido a sus seres queridos y no aciertan a elegir pareja, son rechazados continuamente) contribuye a crear una atmósfera de lucha personal.
De fondo subyace el silogismo cientificista: “sólo lo que se puede experimentar es real y tiene existencia. Dios es una falacia. La muerte marca la desaparición del ser humano. El progreso de occidente se debe a la aceptación de estas realidades.” Esta postura es defendida por el abuelo y los nietos. Todos ellos viven una vida desolada que se empapa de la bebida como consuelo.
La abuela y la nieta creen, aunque por distintos motivos. La abuela, por la fuerza de la tradición y sufre el otro mal atribuido a la tradición: la ataraxia. No es capaz de salir de la habitación (símbolo de progreso y apertura).
La nieta cree porque sabe. Porque ha estudiado. Aunque el autor no ofrezca al lector el argumento en el que se basa. La nieta es una activista inconformista. Está son las contradicciones del ser humano. ¿Cómo es posible que una inspiración religiosa, en este caso musulmana, lleve a dos mujeres a reaccionar opuestamente?
En el medio está Recep que no quiere dejar de creer para no angustiarse con grandes planteamientos; o los “idealistas” que pretenden seguir las tradiciones y las creencias musulmanas aunque cometan pecados y delitos como el robo y la extorsión, incluso la agresión física y el asesinato. Creen para demostrar su dominio. Utilizan la fe para imponerse a la sociedad que les niega toda posibilidad de progreso, educación, ascenso social.
El autor presenta pues un abanico variado de posturas ante la aceptación o la negación de Dios. Unas de cariz filosófico, científico o simplemente vital e incluso utilitario.
Encontramos prolepsis en los tres últimos capítulos que van avanzando la muerte de Nigül mediante la experimentación de frío y temores de los personajes.
El último capítulo es una alegoría a la literatura. La abuela rememora su infancia y su vida social en Estambul. Sus relaciones sociales y sus juegos infantiles. Descubre que su vida se va y que no hay posibilidad de reiniciarla en busca de otra posibilidad. Sin embargo, la literatura, el libro le han ofrecido siempre el recurso para conseguir una segunda oportunidad. Releer un libro quiere decir poder trascender la contingencia temporal del ser humano y la posibilidad de profundizar en lo que no se entendió la primera vez.
El sobrino de Atilano Nicolás